domingo, 5 de septiembre de 2010

EL ALMACÉN DE LA FELICIDAD




La editorial Caja Negra suma a su colección de libros sobre cine un título del multifacético Alexander Kluge, 120 Historias del cine.

Por Eduardo D. Benítez

En sus inicios, en lo que se considera su etapa primitiva –conforme se va constituyendo como lenguaje- el cine comienza a gestar estremecimientos en masa al tiempo que es capaz de concebir géneros que perdurarán hasta la actualidad. El terror producto del surgimiento de un tren que asalta el rostro de los espectadores, la risa por medio del plano general en El regador regado o el melodrama a través de las lágrimas de Lilian Gish. Allí  las pasiones humanas van encontrando un Sistema de emociones -como diría el ensayista Pascal Bonitzer- que está íntimamente relacionado con el descubrimiento de la movilidad de la cámara y los tamaños de planos que el dispositivo cinematográfico es capaz de ofrecer.  

 Es en esos momentos precarios -donde una nueva pasión se propaga entre las proyecciones de las carpas de feria- que Alexander Kluge está interesado en poner el ojo. Es pensando en esa misma época, que aventuran su sentido los microrrelatos incluidos en las 120 Historias del cine, compendio de textos que transitan el delgado límite entre la ficción y la crónica cinematográfica haciendo relevo de una época de descubrimientos al mismo tiempo tecnológicos y artísticos. Pero además de narrar este avance científico y el surgimiento de un séptimo arte, aquí se cuenta el nacimiento de una nueva pasión humana como reflejo de eso que se ve proyectado en la pantalla: la historia de El beso, ese devorador de luz que parece haber sido la  cámara solar Júpiter o el rodaje de la ejecución de un elefante. 

Abogado, novelista, ensayista,  marxista frankfurtiano, discípulo de Theodor Adorno y Jurgen Habermas, cineasta creador de ese ovni  de metraje titánico llamado Noticias de la Antigüedad ideológica: Marx, Eisenstein, El Capital;  la figura del alemán Alexander Kluge no deja de sorprender por su expansiva e inagotable obra. Si en sus comienzos  hizo su entrada a la praxis cinematográfica colaborando en el rodaje de La tumba Hindú con Fitz Lang, luego sería uno de los gurúes de esa oleada de aire fresco germano que trajo consigo El Nuevo Cine Alemán (Herzog, Fassbinder, Wenders, etc). 

Pero Alexander Kluge hasta el día de hoy no deja de trabajar, ni de mostrarse como un espíritu inquieto cada vez que tiene posibilidad de hacer sentido en este mundo de celuloide que tanto lo apasiona: hete aquí sus 120 Historias del cine. Por momentos minimalistas en la cadencia de su prosa, con un registro ecléctico que camina entre la poesía y el archivo, este de compendio de microrelatos es una especie de delicioso mimo literario sobre de ese aparataje cuasi mágico llamado cine.

Reseña publicada originalmente en Revista Haciendo Cine