Por Eduardo D. Benítez
Con una trayectoria amplia y por demás sólida en el mundo del teatro,
el cine, la televisión y el tango, Rita Cortese no necesita de mucha
presentación. Destacar los numerosos premios Clarín o Martin Fierro es menos
importante -tal vez- que remarcar su manera desinteresada y genuina por
expresar su visión del mundo, el gesto a la vez reo y reflexivo que evocan sus
palabras, la capacidad de desplegar una mirada sobre la vida artística y social
en los barrios del sur de la Capital Federal con una encantadora mezcla de
lucidez y desprejuicio. La conversación que sigue a continuación se desarrolló
en La divina comedia, uno de los
bares predilectos de la artista, donde entre cortados y aguas minerales se
gestó algo parecido a ese dialogal puchero
misterioso que los porteños denominamos charla
de café. “Yo vivo en una casa del año
1890 donde, de casualidad, somos casi todos artistas. Vive Alejandro Urdapilleta
en el primer piso, yo en el segundo. Al lado de mi departamento vive una chica
joven titiritera. En la planta baja al fondo están unos chicos músicos
fantásticos, que se vinieron desde Cordoba. En el piso de más arriba vive un
vestuarista. Es una variedad espléndida”, comenta la actriz con entusiasmo,
mientras la entrevista sigue…
-¿Qué te sedujo de San
Telmo como para venirte a vivir acá?
-Creo que es el barrio de
la capital que más diversidad tiene. Es cosmopolita, alegre, divertido. Y sobre
todo no está regido por un pensamiento masificado como otros barrios como
Palermo que no mantuvo las cualidades que tuvo en su momento, esa cuestión de
extramuros… Ahora Palermo es un barrio muy pasteurizado, como si estuviera todo
hecho en serie.
-¿Cuál es esa diversidad
de San Telmo que te atrae tanto?
- Y…estamos todos: gente
que tiene mucho dinero, los que tienen un poco menos, los que no tienen nada,
los que viven en la calle, los ladrones, los que toman las casas. Y creo que
todos convivimos con bastante más armonía y menos miedo que el resto. Como una
especie de muestra de la ciudad en escala micro.
-¿Ese clima de extramuros
que perdió Palermo, vos creés que San Telmo lo conserva?
-Sí, claro. Siempre
esperando que Macri no entre con el pico y la pala. Lo que sí percibo en San
Telmo es que no está todo lo limpia que se merece estar un casco histórico de
una ciudad. Y no estoy hablando de los graffitis, ni las pintadas en las
paredes, que son hechos artísticos que me encantan. De todos modos, creo que los vecinos de San
Telmo tienen identidad, que tienen una gran conciencia de que hay un patrimonio
que cuidar. Y creo que los que vivimos acá, tenemos que fortalecer esa
conciencia. Eso nos posibilita defender nuestros espacios, sobre todo -en
momentos como este- cuando son atentados por un vulgar.
-¿Y en términos
culturales ves algo distintivo en el circuito artístico de San Telmo?
-Sí, todas las galerías
de arte y las casas de diseños son muy
interesantes. Las salitas de teatro son fantásticas. Este mismo lugar –La divina comedia- es maravilloso. El
Tasso es un lugar muy importante, donde circulan las más grandes orquestas del
tango actual. La expresión cultural es muy amplia porque además tenés la calle:
los candomberos…la gente está en la vereda.
-Pareciera –por lo que
decís- que la gente sigue confiando en que la calle
puede dar algo interesante, algo que no pasa dentro de sus casas…
-Sí, claro. Un artista –por ejemplo- aprende mucho en la calle, porque
te da un gran conocimiento. Por eso los medios de comunicación intentan siempre
inocular el miedo, fomentar el encierro… Si uno lee la historia del tango se encuentra
con anécdotas donde el barrio es crucial. Cachafaz atravesaba toda la ciudad
para poder ver bailar a alguien en Barracas o para escuchar a tal o cual cantor
importante. Para mí hubo un cambio en la vivencia de la noche en los barrios,
por un factor que es más bien económico. Esta idea de “la previa” que implica
encerrarse para salir a la una de la mañana, ya colocado, antes no existía. Hace veinte o treinta años nos colocábamos directamente en la calle, en
los bares (risas); y eso te enseñaba
mucho: ver el cielo a la noche, ver lo que sucede entre la gente en la calle,
la posibilidad de mirarse a los ojos sin miedos. Yo creo que esto San Telmo
todavía se lo permite.
-¿Cómo fue que te empezó a interesar el tango como para cantarlo?
¿Siempre escuchaste tango?
- Escuché tango desde chica, porque en mi casa se escuchaba
especialmente De Caro y Gardel. Empecé
ensayando con mi maestra de entonces, Ana Inchausti
y en aquel momento –mientras hacíamos una obra de Gambaro juntas en el San
Martín- le propuse a Soledad Villamil juntarnos para armar un espectáculo
relacionado con el tango, un ejercicio de estilo con guitarra como Gardel. Y
así fue: hicimos un Recuerdos son recuerdos. Estrenamos en La Trastienda, Pompeyo
Audivert hacía unos monólogos de Pepe Arias en los intermedios, esto fue hace
14 años…
-¿Cómo viviste la experiencia tanguera de La Jaula Abierta?
- Fue genial. Surgió como algo totalmente azaroso. Nos encontramos en
un evento Lidia Borda, Carolina Pelleriti, Mabi Diaz y nos quedamos charlando
sobre la posibilidad de hacer algo tipo tertulia. Uno vive diciendo
“juntémonos, tenemos que hacer algo juntos” pero generalmente queda en la nada.
Sin embargo esto prosperó, lo hicimos y fue impresionante, con invitados de
lujo: Susana Rinaldi, Fandermole, Victor Heredia, Jaime Torres, Chango Farias Gómez.
- ¿Te pasa mucho de hacer surgir proyectos de manera espontánea, desde
una charla de café como motor creativo, por ejemplo?
-Sí, creo en el arte en progreso. Las obras de arte están en constante
gestación, no están nunca acabadas. Hay que estar en movimiento y unir
generaciones…
- ¿Cómo convive la combinación de esos procesos creativos más
personales y espontáneos como los teatrales y musicales; con tu trabajo en la
tv que requiere más planificación y control?
- El trabajo nuestro es así. En este momento hago Las Brujas de Salem en el teatro y al mismo tiempo participo en la
tv con Graduados. Así y todo, creo
que nunca hay que dejar de hacer teatro porque la televisión te tritura la
creatividad. La televisión es pura rapidez y resultado. Además está en contra
de la naturaleza del actor porque hay que despertarse muy temprano (risas). Viste que los cirujanos duermen
poco, se despiertan a las seis de la mañana y se van a correr: es una
característica de la profesión. En cambio, un actor sale de hacer una función a
las once de la noche y si no se toma un vino no se puede dormir porque hay una
circulación energética después de actuar, que no te deja parar.
Entrevista publicada anteriormente en Revista TELMA #9, INVIERNO 2012
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