lunes, 4 de febrero de 2013

ENTREVISTA A RITA CORTESE




Por Eduardo D. Benítez

Con una trayectoria amplia y por demás sólida en el mundo del teatro, el cine, la televisión y el tango, Rita Cortese no necesita de mucha presentación. Destacar los numerosos premios Clarín o Martin Fierro es menos importante -tal vez- que remarcar su manera desinteresada y genuina por expresar su visión del mundo, el gesto a la vez reo y reflexivo que evocan sus palabras, la capacidad de desplegar una mirada sobre la vida artística y social en los barrios del sur de la Capital Federal con una encantadora mezcla de lucidez y desprejuicio. La conversación que sigue a continuación se desarrolló en La divina comedia, uno de los bares predilectos de la artista, donde entre cortados y aguas minerales se gestó algo parecido a ese dialogal puchero misterioso que los porteños denominamos charla de café. “Yo vivo en una casa del año 1890 donde, de casualidad, somos casi todos artistas. Vive Alejandro Urdapilleta en el primer piso, yo en el segundo. Al lado de mi departamento vive una chica joven titiritera. En la planta baja al fondo están unos chicos músicos fantásticos, que se vinieron desde Cordoba. En el piso de más arriba vive un vestuarista. Es una variedad espléndida”, comenta la actriz con entusiasmo, mientras la entrevista sigue…


-¿Qué te sedujo de San Telmo como para venirte a vivir acá?

-Creo que es el barrio de la capital que más diversidad tiene. Es cosmopolita, alegre, divertido. Y sobre todo no está regido por un pensamiento masificado como otros barrios como Palermo que no mantuvo las cualidades que tuvo en su momento, esa cuestión de extramuros… Ahora Palermo es un barrio muy pasteurizado, como si estuviera todo hecho en serie.

-¿Cuál es esa diversidad de San Telmo que te atrae tanto?

- Y…estamos todos: gente que tiene mucho dinero, los que tienen un poco menos, los que no tienen nada, los que viven en la calle, los ladrones, los que toman las casas. Y creo que todos convivimos con bastante más armonía y menos miedo que el resto. Como una especie de muestra de la ciudad en escala micro.

-¿Ese clima de extramuros que perdió Palermo, vos creés que San Telmo lo conserva?

-Sí, claro. Siempre esperando que Macri no entre con el pico y la pala. Lo que sí percibo en San Telmo es que no está todo lo limpia que se merece estar un casco histórico de una ciudad. Y no estoy hablando de los graffitis, ni las pintadas en las paredes, que son hechos artísticos que me encantan.  De todos modos, creo que los vecinos de San Telmo tienen identidad, que tienen una gran conciencia de que hay un patrimonio que cuidar. Y creo que los que vivimos acá, tenemos que fortalecer esa conciencia. Eso nos posibilita defender nuestros espacios, sobre todo -en momentos como este- cuando son atentados por un vulgar.

-¿Y en términos culturales ves algo distintivo en el circuito artístico de San Telmo?

-Sí, todas las galerías de arte y las casas de diseños son muy interesantes. Las salitas de teatro son fantásticas. Este mismo lugar –La divina comedia- es maravilloso. El Tasso es un lugar muy importante, donde circulan las más grandes orquestas del tango actual. La expresión cultural es muy amplia porque además tenés la calle: los candomberos…la gente está en la vereda.

-Pareciera –por lo que decís- que la gente sigue confiando en que la calle puede dar algo interesante, algo que no pasa dentro de sus casas…

-Sí, claro. Un artista –por ejemplo- aprende mucho en la calle, porque te da un gran conocimiento. Por eso los medios de comunicación intentan siempre inocular el miedo, fomentar el encierro… Si uno lee la historia del tango se encuentra con anécdotas donde el barrio es crucial. Cachafaz atravesaba toda la ciudad para poder ver bailar a alguien en Barracas o para escuchar a tal o cual cantor importante. Para mí hubo un cambio en la vivencia de la noche en los barrios, por un factor que es más bien económico. Esta idea de “la previa” que implica encerrarse para salir a la una de la mañana, ya colocado, antes no existía. Hace veinte o treinta años nos colocábamos directamente en la calle, en los bares (risas); y eso te enseñaba mucho: ver el cielo a la noche, ver lo que sucede entre la gente en la calle, la posibilidad de mirarse a los ojos sin miedos. Yo creo que esto San Telmo todavía se lo permite.

-¿Cómo fue que te empezó a interesar el tango como para cantarlo? ¿Siempre escuchaste tango?

- Escuché tango desde chica, porque en mi casa se escuchaba especialmente De Caro y Gardel. Empecé ensayando con mi maestra de entonces, Ana Inchausti y en aquel momento –mientras hacíamos una obra de Gambaro juntas en el San Martín- le propuse a Soledad Villamil juntarnos para armar un espectáculo relacionado con el tango, un ejercicio de estilo con guitarra como Gardel. Y así fue: hicimos un Recuerdos son recuerdos. Estrenamos en La Trastienda, Pompeyo Audivert hacía unos monólogos de Pepe Arias en los intermedios, esto fue hace 14 años…

-¿Cómo viviste la experiencia tanguera de La Jaula Abierta?

- Fue genial. Surgió como algo totalmente azaroso. Nos encontramos en un evento Lidia Borda, Carolina Pelleriti, Mabi Diaz y nos quedamos charlando sobre la posibilidad de hacer algo tipo tertulia. Uno vive diciendo “juntémonos, tenemos que hacer algo juntos” pero generalmente queda en la nada. Sin embargo esto prosperó, lo hicimos y fue impresionante, con invitados de lujo: Susana Rinaldi, Fandermole, Victor Heredia, Jaime Torres, Chango Farias Gómez.

- ¿Te pasa mucho de hacer surgir proyectos de manera espontánea, desde una charla de café como motor creativo, por ejemplo?

-Sí, creo en el arte en progreso. Las obras de arte están en constante gestación, no están nunca acabadas. Hay que estar en movimiento y unir generaciones…

- ¿Cómo convive la combinación de esos procesos creativos más personales y espontáneos como los teatrales y musicales; con tu trabajo en la tv que requiere más planificación y control?

- El trabajo nuestro es así. En este momento hago Las Brujas de Salem en el teatro y al mismo tiempo participo en la tv con Graduados. Así y todo, creo que nunca hay que dejar de hacer teatro porque la televisión te tritura la creatividad. La televisión es pura rapidez y resultado. Además está en contra de la naturaleza del actor porque hay que despertarse muy temprano (risas). Viste que los cirujanos duermen poco, se despiertan a las seis de la mañana y se van a correr: es una característica de la profesión. En cambio, un actor sale de hacer una función a las once de la noche y si no se toma un vino no se puede dormir porque hay una circulación energética después de actuar, que no te deja parar.

Entrevista publicada anteriormente en Revista TELMA #9, INVIERNO 2012

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