jueves, 6 de noviembre de 2014

UN CINE PARA EL NUEVO MILENIO


Con El cine después del cine, Jim Hoberman hace una puesta al día de las novedades estéticas, políticas y técnicas que implican a la producción audiovisual del Siglo XXI.

Por Eduardo D. Benítez

¿Apenas entrados en el Siglo XXI, es posible hablar de una alteración radical en el desarrollo del lenguaje cinematográfico? Para Jim Hoberman, el legendario crítico del Village Voice, Sight and Sound y Film Comment, no caben dudas. Apoyado en dos hechos precisos ensaya la idea de un nuevo tipo de cine que en poco más de una década ha modificado nuestra relación perceptual con el medio, a partir de una crucial transformación del estatuto de la imagen. Por un lado, lo que el autor llama giro digital; modificación técnica que vendría a suplantar el registro fotográfico por la captación “computarizada” del mundo. Por otro, un fenómeno menos calculado, irracional y traumático: el atentado a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, el proceso que dará origen a un cine post fotográfico se inicia a comienzos de la década de los 80 con dos films como Golpe al corazón (Francis Ford Coppola) y Tron (factoría Disney). Con esos films comenzaría a hacerse evidente el proceso de divorcio entre lo fotográfico y lo real a partir de la captación de actores combinados con fondos manipulados electrónicamente. Esto se extenúa con la aparición de The Matrix (hermanos Wachowski, 1999), película que, según Hoberman, “además de saltar la brecha entre los humanos fotografiados y los humanoides generados por computadora (…) ofreció una metáfora rectora irresistible, cuya fuerza se acentuó en virtud de la cercanía del nuevo milenio: la humanidad vive en simulación en una ilusión generada por computadora creada para ocultar el aterrador Desierto de lo Real.” Pero este giro digital, también da origen a un nuevo tipo de realismo, apoyado por ejemplo en films que privilegian el uso del tiempo en su duración real como condición estilística, como Ten de Abbas Kiarostami o El arca rusa de Alexander Sokurov.  



El segundo capítulo del libro reserva un apasionante y lúcido fresco cinéfilo de la presidencia de George Bush (revisitando su política belicista y la construcción publicitaria de una “amenaza externa”) en sintonía con los estrenos semanales que el autor fue cubriendo durante siete años (del 2001 hasta el 2008) para el Village Voice. El volumen cierra con un exquisito repaso por películas claves, donde se comentan los trabajos de Jia Zhang-Ke, Tsai Ming Liang, David Lynch y Olivier Assayas, entre otros. De este modo, Hoberman se toma el trabajo de ir esbozando la primera historización del cine de este nuevo milenio. 

Reseña publicada originalmente en Revista Haciendo Cine.

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