jueves, 24 de junio de 2010

CRIATURA DE LA NOCHE




Por Eduardo D. Benítez

Como muchas de las películas que involucran algo que puede denominarse vampirismo, Criaturas de la noche es en el fondo una intensa historia de amor.  Pero el film del sueco Tomas Alfredson es también un viaje al recuerdo de nuestro primer beso, de un tramo de la  infancia que inevitablemente recorremos cuesta arriba. 

Estamos en la noche de los suburbios de Estocolmo, donde se han producido algunos asesinatos extraños. Parece helado  el parque común de los Monoblock donde Oskar, un chico de doce años, conversa y observa con tímido éxtasis a su nueva vecina Eli. Las capas de nieve espesa y una profunda calma concentran esa cuota de soledad inherente que parece haber  en los dos chicos. Es un estado recortado del mundo para ambos,  que entrecruzan unas miradas de profunda melancolía mientras se preguntan cómo resolver un cubo rubik.  Allí quedarán sentadas las bases de una relación inclaudicable,  incluso cuando Oskar vaya sospechando de a poco que hay algo raro en su nueva compañera nocturna. Mucho de la fuerza lírica del film se resume en esta escena, donde todo (personajes, espectadores porqué no!) parece decidido a quedarse así  como está: acurrucado bajo la protección de un ser extraño en un parque frío, como espiando casi de manera modesta desde el umbral, nuestros propios deseos. 

 Con todo esto queda claro que la película de esta criatura vampírica no pone el foco en la exhibición de torrentes de sangre, en la resolución policíaca de los asesinatos,  ni en el desciframiento de la naturaleza  de la bestia. Sino que hace uso de alguno de estos elementos para erigirse como una verdadero film  de iniciación sentimental. De allí que las escenas que involucran una mordida feroz para saciar la sed de sangre, estén filmadas en planos generales y reposados, sin el ilusionismo explosivo de un montaje frenético a la búsqueda del efecto-terror. Hete aquí también la valiosa decisión del director. 

Probablemente Criaturas de la noche no está llamada a ser la gran película de terror del año como reza la publicidad, pero tal vez sí una de las grandes historias de amor. Mucho mejor entonces.

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