Por Eduardo D. Benítez
Luego de crear
esa maravilla llamada El rayo verde en 1986, el ex redactor de cahiers
du cinema no se detuvo un instante a descansar e hizo Reinette y
Mirabelle, una sensacional comedia dramática que reactualiza algunas
constantes temáticas de su autor. El relato tensado por dos (a veces más)
personajes de caracteres psicosociales opuestos es un rasgo constante en el
cine de Rohmer. El caso de Reinette y Mirabelle es uno de los más bellos
ejemplos de lo que se acaba de enunciar.
Las dos jóvenes
que dan título al film provienen de universos casi antitéticos: la primera hace
honores a la sencillez de la vida de campo y al entusiasmo por las cosas
mínimas; la segunda al bagaje neurótico que implica la dinámica de la vida
urbana. Sin embargo la historia no se reduce a la mera exposición de
esquematismos puros, sino que a través de una bella tarea de puesta en escena
rohmeriana logra armonizar las polarizaciones de sus dos personajes y hace
devenir su relación en una amistad desinteresada e intensa. Pero ¿dónde radica
la potencia rohmeriana que le da vitalidad a este film? En hacer de las
conversaciones improvisadas de sus personajes un enmarañado camino de autodescubrimientos
que impacta de lleno en el espectador, en convertir un simple plano secuencia
en el lugar donde se tejen las reflexiones sobre lo rural y lo urbano, la ética
y el escepticismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario