martes, 19 de abril de 2011

NOTAS AL PIE DE UN CRONISTA DE GUERRA



Publicada por la editorial Mondadori, la novela gráfica Notas al pie de Gaza del periodista y dibujante Joe Sacco salva del olvido dos terribles crímenes perpetrados por el Ejército Israelí en 1956. A propósito de la distribución local del libro, recorremos la obra de este artista solitario conmovido por el conflicto palestino-israelí.

Por Eduardo D. Benítez

Procesar el shock. 

En el mundo del cine cada vez se ensancha más la nómina de directores que ponen su ojo sobre el ejercicio de la memoria, el proceso de los traumas, el sinsentido de las masacres en torno al conflicto palestino –israelí.  Se destacan en este sentido tanto los documentales autobiográficos del israelí Avi Mograbi como el excelente film de animación Vals con Bashir que se alzó en 2008 con el Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa. Esta última narra la matanza de refugiados palestinos en territorio del Líbano en 1982 por parte de una tropa israelí. El personaje que relata los hechos -después de casi 30 años- ha participado de la ejecución como miembro del ejército israelí  y se presenta como un hombre inquieto por esclarecer ese tramo de su propia vida de la que no logra recordar nada. El episodio sólo retorna a su memoria en forma de sueño alucinatorio pero no consigue invocar los hechos “tal cual fueron”. Ante esta imposibilidad emprende una serie de entrevistas con sus compañeros de antaño para develar  y expurgar esa laguna biográfica que se le presenta como un trauma. 

 El universo de la historieta  no es ajeno a esas tesituras temáticas. En sintonía con esa exploración de la memoria  individual y colectiva, con la descripción de las heridas sociales que no son mediatizadas a nivel global,  el lenguaje de las viñetas encuentra a su máximo exponente en el cronista de guerra Joe Sacco.  Nacido en Malta en 1960 –hoy residente de Estados Unidos- , figura indispensable para entender el estado del comic contemporáneo, ganador del premio American Books Awards en 1996 por su libro Palestina, en la franja de Gaza;  Sacco es un trabajador infatigable. A la lo largo de su obra ha viajado a puntos neurálgicos del planeta donde la conflictividad bélica y política marca la dinámica de la vida cotidiana. Desde la guerra civil en la Bosnia Oriental, pasando por Chechenia hasta el conflicto armado en la franja de Gaza; Sacco no titubea a la hora de imbuirse en zonas minadas por el terror,  donde el estado pesadillezco es permanente,  para dar testimonio de aquellos “pequeños hechos” que no son difundidos en los medios masivos de comunicación. 

En el justo lugar de los hechos.

La idea que daría origen a su última obra Notas al pie de Gaza -que por estos días se distribuye en la Argentina -  fue concebida luego de un acto de censura. En el año 2001, contratados por la revista Harper´s, Sacco y Chris Hedges viajaron a la ciudad de Khan Younis para narrar cómo sus habitantes vivían la Segunda Intifada (levantamiento popular que combatió la ocupación de territorios palestinos por parte de los israelíes). El editor de ese medio decidió suprimir los párrafos de la crónica que pertenecían a un testimonio -inédito para el mundo entero- que los corresponsales habían conseguido donde se narraba que en noviembre de 1956 el ejército israelí había promovido un cruento ataque, asesinando a 275 civiles palestinos. De aquél acontecimiento sólo quedó registro en un breve archivo redactado por la ONU. Obsesionado por recoger el testimonio de los sobrevivientes de esa barbarie, Sacco volvió varias veces a la Franja de Gaza entre 2002 y 2003 y terminó dando con otra matanza silenciada, fechada en el año 56. En Rafah –otra ciudad perteneciente a los 40 kilómetros que componen la Franja- fueron asesinados otros 111 palestinos en manos de tropas israelíes. 

 En las más de 400 páginas que conforman Notas al pie de Gaza (2010), el autor consolida las marcas estético-narrativas de toda su obra: testimonios en primer plano, un dibujo recargado de detalles aunque no hiperrealista que recuerda a Robert Crumb, fondos en negro cuando se glosa el recuerdo de los testigos y varias temporalidades que se entrecruzan en una misma página e incluso en una misma viñeta. Este procedimiento ayuda a que se desplieguen al unísono el tiempo presente del errabundeo del autor recabando información y las remisiones al pasado concreto de los testimonios; algo similar a lo que sucede con el dispositivo narrativo que emplea Art Spiegelman en la historieta Maus, en clave biográfica-autobiográfica, evocando la tragedia del holocausto. El análisis que al respecto hace el ensayista Andreas Huyssen entra en consonancia con el trabajo realizado por Sacco: Su compleja estrategia narrativa articula un pasado que no puede pasar y permite al lector acercarse a esa ligazón traumática con el pasado sin caer en una parálisis mimética”.  

El mapa del conflicto es complejo y Sacco cuenta con ello. Es por eso que elige desplegar viñetas cargadas de argumentos y contraargumentos, más bien planteando preguntas antes que dando respuestas simplistas.  Los capítulos se suceden y las historias se multiplican. La matriz del libro –la masacre de 1956- parece fugársele al autor cuando el presente que describen los entrevistados lo obliga a repensar su objetivo y a darle voz a hechos más coyunturales. En el capítulo “La voluntad de Dios”, uno de los habitantes de Rafah deja en claro: “es difícil recordar 1956 debido a los sucesos diarios”. Algunas viñetas más adelante, señala hacia la fachada de su casa, marcada por un tiroteo reciente; “aquí cada día es 1956”. La puesta en escena del ejercicio de la memoria pivotea entre el magma de recuerdos de los entrevistados y su reconstrucción, en sintonía con un presente que se impone como el retorno de una estructura del terror que parece repetirse cíclicamente. De hecho, el llamado de atención hacia un pasado recurrente es una huella constante en su obra. Todos los libros de Joe Sacco contienen en su gesta una lucha contra el olvido universal, contra el “barrido de la Historia”, como él mismo lo llama. Si en 1996 decidió proporcionarles un lugar central tanto a la vida a los personajes bosnios (El mediador, 2001) como a la de los serbios (El final de la guerra, 2005) en su crónica sobre la guerra de los Balcanes, fue para darle existencia a acontecimientos trascendentales para la memoria de ambos pueblos que de otra manera hubieran naufragado en el olvido.  

 Estilos radicales.

Como en toda gran novela gráfica, las viñetas de Sacco abren a la vez dos vías de lectura que se convocan: por un lado la sofisticación y el detalle del dibujo interpelan nuestra dimensión más intuitiva y emocional; por el otro, los globos cargados de texto impelen al lector a que tome cierta distancia y acompañe al autor – representado gráficamente – por un carril más racional y autorreflexivo. Sacco no dibuja los hechos que le son relatados por puro oficio ni por ser la herramienta representacional que tiene a mano; hay detrás de su labor de ilustrador un fundamento ideológico. Si bien toma algunos registros fotográficos durante su trabajo de campo - para bocetar sobre todo algunos detalles de los rostros - prefiere reconstruir el resto de los relatos por medio de dibujos. Al no tener la exigencia del cronista que entrega su escrito contrarreloj, el periodista se toma largos meses para plasmar en papel el material del que hace acopio y de esta manera puede ofrecer una visión más matizada del universo conflictivo en contraposición al informe televisivo que se evapora debido a su condición instantánea y efímera.

 Dice Edward Said en el prólogo de Palestina,  la novela gráfica más premiada de Sacco,:“dado que vivimos en un mundo saturado por los medios de comunicación en el cual una gran parte de las imágenes de noticias mundiales está controlada y difundida por un puñado de personas sentadas en lugares como Londres o Nueva York;  un torrente de imágenes y palabras en forma de comics, ejecutadas de forma enérgica, a veces con énfasis grotesco y distendido para estar a la altura de lo descrito, suministran un antídoto muy notorio.” (…) “Con la excepción de un par de novelistas y poetas, nadie ha descrito jamás este terrible estado de cosas mejor que Joe Sacco. No hay duda de que sus imágenes son más gráficas que cualquier cosa que uno pueda leer o ver por la televisión.” Se trata entonces de focalizar sobre aquellas historias “marginales” de los avatares geopolíticos, proponiendo un modo de representación y una mirada alternativa. Mientras los medios masivos de información se ven obligados a retratar el mundo al punto de reducir los conflictos con síntesis irrisorias, cobra especial relevancia el trabajo de un cronista como Joe Sacco, cuya labor se acerca más al artesanado o al del artista vagabundo y romántico que “levanta” testimonios del mundo de primera mano a punta de lápiz y grabador.

 Artículo publicado originalmente en Revista 2010

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