domingo, 8 de mayo de 2011

RECUERDO DE BO DEREK



Por Eduardo D. Benítez

Resulta curioso el recorrido insólito que puede hacer una estrella de cine hollywoodense a lo largo de su vida profesional. El star-system tiene sus vaivenes caprichosos e inasibles. Puede enaltecer a categoría de deidad eterna a actrices y actores del más variado pelaje. Pero también tiene el poder instantáneo de ubicarlos en la cima del reconocimiento mundial y convertirlos en figuras olvidadas casi en un abrir y cerrar de ojos. El propio sistema del estrellato parece estar estructurado de esa manera, con los retruécanos más impensados. No hay porque apenarse por eso. Pero al ver nuevamente 10, la mujer perfecta (1979) uno no puede dejar de preguntarse sobre la carrera de esa promisoria sex symbol que fue Bo Derek y que quedó confinada al olvido más absoluto. Modelo de alta costura devenida actriz debutando en Orca, donde acompañaba nada menos que a Charlotte Rampling; su segundo trabajo interpretando a la sensual chica 10, que dejaba hipnotizado al  compositor George Webber (en la piel del minúsculo Dudley Moore) la encumbraría como una mujer fatal y a la vez efímera. 

 10 es una película en la que se puede encontrar una gran sintonía entre Edwards y el universo woodyallinesco. Esta cercanía se percibe desde los créditos de inicio del film: austeras letras en blanco sobre fondo negro presentan el cast al ritmo de un piano jazzero que remite a una atmósfera de coctel. Pero no sólo aquí está el espíritu del director de Manhattan (1979) sino que también entra en juego el típico relato de crisis de los cuarenta años con una juventud que parece escaparse para siempre exponiendo –en el caso de Edwards- a su personaje a las situaciones más vergonzantes y ridículas con el fin de encontrar el crisol de su juventud perdida. Pero para que quede claro, si algo tuvo de importancia -entre otras cosas- este film de Blake Edwards fue evidenciar que algunas promesas de carrera actoral titánica pueden ser simplemente una fiebre pasajera. Bo Derek haría el intento de revitalizar su carrera bajo la dirección de su marido John Derek (Bolero, Tarzán) pero la cúspide de su trabajo quedaría irremediablemente asociada a la memoria de esa bella joven que chapotea en ralentí sobre las aguas del océano mexicano enfundada en su ceñida bikini color natural. Nada mejor que estas reseñas necrológicas de Edwards para recordar al sesgo y dar nuestra instantánea de esa relegada bomba erótica llamada Bo Derek

Reseña publicada originalmente en Revista Godard!

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