domingo, 16 de enero de 2011

CHICA COMÚN Y CORRIENTE

Entrevista a Natalia Oreiro



En Francia Natalia Oreiro devela un nuevo rostro para la satisfactoria sorpresa del espectador, encarnando a una mujer de clase media trabajadora sin excesos de maquillaje ni matices dramáticos declamatorios. 

Eduardo D. Benítez

Después de algunos años sin verla en televisión, la encantadora actriz charrúa vuelve a escena luciéndose en Fancia. Allí interpreta a Cristina, una empleada doméstica venida a menos por la situación social de su país, que se hace cargo de la educación de su hija con los recursos que tiene a mano. Olvídense de la tipificación de lo marginal acuñada en producciones como  Muñeca Brava ó Sos mi vida. La actriz que le pone el cuerpo a Cristina es una Nati Oreiro muy desenvuelta en la realidad que interpreta pero que pone en grado cero los ribetes de la mucamita simpática.  Una actriz motivada  por la seducción de acceder a nuevos horizontes del acto dramático: “el riesgo es lo que más me conmueve en cuanto a la elección de un proyecto” dice y no exagera, pues Francia –film de bajo presupuesto- requería un equipo muy comprometido, dispuesto a correr riesgos. Y la heroína que allí interpreta, sencilla y educada, luchadora con la vida, se parece un poco a la Oreiro de la realidad. 

-¿Cómo llegaste al guión de Francia?

-Adrián me llamó para conocerme por un proyecto anterior que iba a ser una película de terror que se llamaba Cimarrón. Ese proyecto no salió, pero nos juntamos nuevamente y me contó que estaba escribiendo el guión de Francia. En un principio él no escribió el personaje para mí, sino que escribió la historia general, me la mostró y al hacerle una devolución de lo que pensaba sobre ese personaje yo me quedé con el papel.

-  Vos venías siguiendo las películas anteriores de Caetano… ¿qué pasó cuando te encontraste con el guión de Francia, que se corre un poco del resto de su filmografía?

- Si, me interesaba mucho el estilo que venía viendo en toda la filmografía de Adrián. Me resultaba muy atractiva la manera cruda que tiene al contar sus historias, todas tienen cierta oscuridad que me seduce. Sin embargo Francia no tiene esa particularidad. Si bien es cruda en cuanto al retrato de la realidad, el relato y la forma de poner la cámara; es mucho más luminosa que sus películas anteriores.  Pero el personaje me gustó desde el principio.



- ¿Y qué te sedujo de ese papel particularmente?

- Lo que me gustó fue el hecho de poder reflejar de una forma simple, algo tan cotidiano como la realidad de esta familia disfuncional, donde están juntos por conveniencia económica y sentimental. Para mí era un personaje distinto, muy real y sencillo. Era una oportunidad también para no componer. Porque a veces los actores soñamos con un gran papel de composición!

- ¿Una gran composición en qué sentido?

- A todos los actores les encanta componer: hacer una voz distinta, interpretar a un viejo. Ese delirio que, cuando se empieza a estudiar, siempre tratamos de llevar adelante. 

- ¿Y por qué te interesaba el hecho de “no componer”?

- Lo que me resultaba súper interesante es que el personaje de Cristina fuera tan común  y despojado para interpretar. La mayoría de los guiones que me acercan son para interpretar personajes menos comunes que Cristina. Es un personaje que por su trabajo, su manera de vestir, puede ser cualquier mina común y corriente. Es un color que yo tengo y que nunca había podido desarrollar.

- Es un personaje que, por lo menos en la televisión, nunca te habíamos visto encarnar…

- Yo creo que lo podría haber hecho cualquier actriz ese personaje. En el sentido de que tiene cualidades de una chica común y corriente. Y yo soy una chica común y corriente. Tal vez en mi trabajo en televisión hago personajes más coloridos, pero en el cine no tanto.

- ¿Hay algún aspecto de trabajo en una producción pequeña como Francia, que no te proporcionen las producciones más grandes?

- Sin dudas la libertad fue fundamental. Libertad en todo sentido: de adecuarnos todos a los horarios de todos. Éramos un equipo de quince personas laburando a la par. Por ejemplo, si no podía el DF, todos trabajábamos a partir de que él quedara “liberado”. De todos modos mantuvimos mucho profesionalismo, no es que fue hippie el asunto.  Lo que si estaba claro es que el que trabajaba en Francia lo hacía porque tenía muchas ganas. El único rédito era contar una buena historia desde la verdad y la libertad. Para mí como actriz eso fue muy importante porque no hubo ningún tipo de especulación ni económica ni de prestigio. Tal vez cuando trabajás en un proyecto más grande todos están muy ansiosos, o incluso se imaginan grandes cosas porque hay grandes expectativas. Y eso muchas veces termina limitando el proceso creativo. 

-¿Aceptaste proyectos con los que tal vez no sentías tanto entusiasmo?

No, tuve mucha suerte en ese sentido. Siempre acepté cosas en las que creía. Y también dejé pasar propuestas en las que no creía y que por ahí también estaban buenas. Pero creo que una persona también se define por lo que no hace. Yo empecé muy chica y al principio todo era genial. Después empecé a disfrutar menos de determinados espacios, a aburrirme de algunos personajes…

- Por ejemplo, ¿cuáles?

- Por ejemplo, a mi la muchachita simpática me divierte. Yo tengo un color de comedia que me gusta y disfruto de hacerme un poco la payasa, pero ya tengo treinta y tres años y creo que hay chicas de veinte que pueden ocupar ese lugar mejor que yo. Por el momento traté de correrme de ese lugar, intentando hacer cosas que no había hecho antes. De todos modos el cine sin ganas no se puede hacer y la especulación tampoco cuenta. 

- ¿Cómo fue trabajar con la hija del director? 

- En el comienzo del trabajo me asustó mucho porque, en general, no me gusta trabajar con chicos. Primero, porque no se le puede exigir el ritmo de trabajo de un adulto. Y segundo porque creo que a cierta edad se queman etapas con la exposición que implica la actuación. La psicología de los chicos en esa edad está en plena formación, por eso considero que es preferible comenzar a trabajar a los dieciséis años más o menos, y no antes. Con Milagros particularmente,  mi miedo era cómo abordar ciertos temas, ciertas escenas fuertes. Pero después me empecé a relajar porque me di cuenta que ella se lo tomaba como algo serio pero que no dejaba de ser un juego.  

- ¿Después de relajarte, crees que ayudó en el proceso creativo la presencia de Milagros?

- Sí, claro. Muchos de los encuadres de la película están sacados de encuadres de filmaciones que ella hizo en unas vacaciones. Las fotos del celular están tomadas por ella. Terminó siendo genial porque la contención que le pudo dar el padre desde el lugar de director es enorme, porque es quien más la conoce y sabe cómo abordarla.

-¿Por qué crees realmente que Cristina acepta que vuelva su ex a su casa?

- En realidad ella no puede elegir. No puede elegir que su ex viva en su casa, tampoco puede elegir trabajar en un lugar donde la extorsionan. Es una mina de treinta años y no tiene ninguna posibilidad de creer en el amor. Es una mujer sin futuro. 

- Por momentos tu personaje no la pasa muy bien ¿hubo alguna escena que te resultó fuerte, con la que tuviste que lidiar a la hora de hacerla?

- No, para mí esta película fue muy simple. Porque fue fácil meterme en ese personaje, que no tiene la misma realidad que yo pero que no es desconocido para mí.

Entrevista publicada originalmente en Revista HC de Junio 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario