miércoles, 5 de enero de 2011

KICK-ASS



Por Eduardo D. Benitez


Basada en el comic homónimo, Kick-ass (Mark Millar y John S. Romita) podría haber sido la gran película de los héroes maltrechos, pero cierta irresolución en el abordaje del tema hace que este relato -que comienza con ritmo contundente-  pierda fuerza y ceda a las tentaciones de todos los clichés del género de superhéroes. 

 Dave -un joven estudiante fanático de los comics de superhéroes- decide terminar con un modo de vida que percibe insulso y engrosar las grandes ligas de héroes encapuchados que pueblan su visitado universo de viñetas. Gran escena: Dave compra un traje verde por internet y sale a la calle a “combatir el crimen”. Pero nuestro joven no tiene ningún superpoder, ni tampoco posee mucho coraje para saltar de edificio en edificio y demás osadías inherentes al temperamento de todo superhéroe que se precie. Lo único que tiene es el disfraz, y de allí se desprende  el costado victoriosamente hilarante del film de Matthew Vaughn quien resuelve -con grandes dosis de cinismo- que combatir el crimen significa tanto pelearse con unos raterillos y ganarse una puñalada, como buscar un gatito perdido e ir - ¡con traje puesto y todo! - con su foto preguntando por el vecindario si alguien lo ha visto. 


Hasta allí, Kick-ass es una película saludablemente irrespetuosa y divertida. Pero luego se toma muy en serio la distinción de su trajecito de superhéroe y muta casi radicalmente su hilo narrativo. Hay en el film de Matthew Vaughn un cierto gusto por la violencia hiperbólica. Y aquí entramos en el terreno en que el relato de adolescencia en crisis cae al vacío para darle lugar a una acción mutante sin parangón. Dave alias Kick-ass  se involucra en entuertos cada vez más complejos y se suman a la historia dos superhéroes que –cual funcionarios públicos- están seriamente comprometidos en la lucha contra el crimen y en ajusticiar historias personales del pasado. Entran en juego Big Daddy (Nicolas Cage de nuevo se calza la peluca) y Hit Girl (una verdadera heroína tarantinesca) su hija de 12 años quien está entrenada como una asesina de sangre fría. 

Si en su primera media hora la película amagaba con quitar elegantemente -a fuerza de humor- el velo sacro de los superhéroes de antaño; con su incursión más solemnizada en el cine de superhéroes se deshace de todo el desparpajo anterior anclándose en un grotesco de la acción que nunca llega a consolidar un tono homogéneo. 
En su afán por darle una vuelta de tuerca a la comedia de adolescentes y de superhéroes Kick-ass juega a ser -por momentos- una desenfrenada carcajada que dialogue con Superbad, Spiderman y Kill Bill al mismo tiempo. Pero incluso así Matthew Vaughn  no lo logra, trastabilla en una mezcolanza de tonos y se la pierde por completo.


Reseña publicada originalmente en Revista Godard (Perú) nº 25

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