lunes, 31 de enero de 2011

DETECTIVES POR LA MEMORIA: ENTREVISTA CON EL POETA Y EDITOR JULIAN AXAT



Un nuevo proyecto editorial –Los detectives salvajes- recupera la palabra de los poetas silenciados por la última dictadura militar. Dos jóvenes poetas de La Plata llevan a cabo este emprendimiento titánico. Revista 2010 dialogó con uno de ellos –Julián Axat- acerca de su trabajo arqueológico y del panorama de la poesía argentina contemporánea. 

Por Eduardo D. Benitez

“Si tuviera que asaltar el banco más vigilado de Europa y pudiera elegir libremente a mis compañeros de fechorías, sin duda escogería un grupo de cinco poetas. (…). No hay nadie en el mundo más valiente que ellos. No hay nadie en el mundo que encare el desastre con mayor dignidad y lucidez”
                                                                         La mejor banda, Roberto Bolaño

En la novela Los detectives salvajes del escritor chileno Roberto Bolaño, los poetas realvisceralistas Arturo Belano y Ulises Lima recorren parajes inhóspitos tras las huellas de una escritora mexicana desaparecida misteriosamente: Cesarea Tinarejo. Inspirados por ese universo ficcional, Juan Aiud y Julián Axat decidieron homenajear la labor de los héroes de esa novela denominando de la misma manera a la colección de poesía que impulsan y que  forma parte de la editorial La talita dorada. Como Lima y Belano, los dos poetas y antólogos platenses deambulan buscando pistas líricas de poetas silenciados por la dictadura genocida de Videla. El trabajo de Juan y Julián –que fueron compañeros en HIJOS La Plata- redobla la apuesta de la novela de Bolaño. O por lo menos la lleva al extremo, haciendo dialogar a Los detectives salvajes con una tarea que se ofrece a la vez como un acto de recuperación de la memoria y  una búsqueda de revitalización de la poesía argentina a través de la revisión del pasado. En diálogo con Revista 2010 Axat comenta las raíces relacionales de su trabajo detectivesco y la novela del reconocido escritor chileno: “La experiencia de búsqueda coincide con el “boom Bolaño”, justo en el momento en que salía la novela Los detectives salvajes. Con Juan decidimos hacer real la novela, siendo Belano y Lima saliendo tras la búsqueda de poesía desaparecida. Pero también juntando a escritores nacidos en los 70 y tratando de encontrar un registro poético que nos identifique.”

La matriz del relato. 

La historia comienza hace aproximadamente tres años, con la recuperación y la edición de los textos encontrados del poeta desaparecido Carlos Aiub, padre del coeditor Juan Aiub. Y la sorpresas fueron varias, comenta Julián: “Armamos un libro de un desaparecido que -hasta entonces- nadie sabía era poeta (ni siquiera su hijo Juan que encontró la libreta recién a los 28 años). Por eso decidimos replicar la experiencia en otros casos bajo la misma hipótesis: salir en la búsqueda de poetas escondidos, ocultos, desaparecidos.”

-¿De qué manera trabajan para buscar, encontrar y reconstruir los textos que luego van a conformar un libro? 

“El proceso de búsqueda y rescate está dividido en etapas, como un método detectivesco tras las pistas de un crimen, cuyo cuerpo del delito es el documento literario perdido: la poesía. La primera etapa consta de una búsqueda desenfrenada de familiares, compañeros, archivos, sobrevivientes. La segunda es la del hallazgo, donde tenemos conversaciones con el familiar o custodio del manuscrito, duelo, evaluación estética, posibilidad de hacer público el documento en forma de libro. Hay una tercera etapa que tiene que ver con el proceso de selección-edición, elección de tapas, correcciones, tratamiento del texto, etc. Y la última etapa es la de la publicación, difusión, homenaje. Es propiamente el encuentro de un lugar en la poesía.” 

-Hay algo de trabajo arqueológico en todo eso ¿Cómo conjugás esa labor detectivesca con la del “curador” literario?

“Si, la etapa arqueológica es la primera parte de la búsqueda detectivesca y la de “curador” es la tercera, el salto cualitativo. Hay textos que quedan en el camino en tanto tienen gran valor testimonial, pero no puramente literario. Sin embargo tratamos de publicarlos en nuestro blog o buscamos la forma de que sean parte del rescate (estamos armando una antología de textos dispersos). Los que son publicados en forma de libro, tienen una fuerza literaria extraña, son un resultado delicado: Jorge Money, Carlos Aiub, Rosa María Pargas. Hay otra labor que me interesa más, y es la de editar y escribir poesía después de todo esto (después de la ESMA). Tener en cuenta estos textos no para reescribirlos, sino para acumularlos y liberarnos de ellos. No hay posibilidad de hacer salto literario sin antítesis generacional.”

Será por lo dicho anteriormente que Julián Axat también insiste en destacar no sólo el valor del hallazgo literario por medio de su trabajo, sino también su papel fundamental en lo concerniente a los avatares de lo histórico-social comprendidos desde un presente reflexivo: “recuperar la palabra de estos poetas significa recuperar la memoria desde otro lugar. La idea de archivo o monumento habla de la necesidad de no olvidar el genocidio: allí hay un libro que habla de un poeta o alguien que ejercía la poesía a escondidas, y que luego desaparece por efecto del terror que se traga a las palabras. Se amputa una vida, pero también un proceso de escritura.”

Arquitecturas de una poesía del presente.

En un contexto de contemporaneidad global regido por las lógicas de lo económico concentrado, se vuelve imperioso que la palabra poética no se torne palabra obediente en relación a un decir lírico institucional. Por eso cabe preguntarse qué destino poético se espera para las circunstancias históricas presentes cuando se las pone en tensión con los corpus de poetas hallados y puestos en relieve por la colección Los detectives salvajes. A propósito de esto vale la pena reflexionar en torno a un término acuñado por Julián Axat y Juan Aiub: el de “neoliberalismo poético”. El propio compilador se explica al respecto: “llamo neoliberalismo poético  a un mecanismo sutil de invisibilización de voces emergentes. Me refiero a una operación dentro del campo literario actual que permite a un canon de voces instalarse (sean éstas neo-objetivistas de Boedo o neo-simbolistas Palermo-Hollywood), reproducirse y asegurar dominio regulando estilos, publicando listas de nombres imprescindibles, autoreferenciándose en la crítica, fijando estereotipos y antologías. La derrota de nuestros padres es también cultural, en vez de que la poesía sea hecha por todos, el menemismo nos trajo el salón literario donde -hasta hoy- hablan unos pocos. Y los que hablan, se dedican a la reescritura de lo escrito en los 70 y 80.”

-En términos de búsquedas estéticas y temáticas ¿Qué secuelas crees que dejó la dictadura en la escena de la poesía argentina contemporánea? 

 “Trajo aparejado lo que yo llamo impunidad literaria-representacional. Cuyo efecto más nocivo es el  síndrome Hamlet: los hijos de los 70 no hemos podido salir de la angustia de las influencias, nos hemos quedado perplejos ante el silencio, la nostalgia, la repetición o la mala copia del pasado.  Hay un punto en que no nos hace bien escribir a la sombra de los padres Gelman, Perlongher, Giannuzzi, Juan L. Ortiz, Lamborghini… La cuestión es "Ser (o no Ser) un eterno epígono o  liberarnos de todos ellos". Una generación es el lugar de pertenencia por donde la poesía fluye, se renueva y reconoce como voz común. Es hora de decir: somos nosotros.”

Entrevista publicada originalmente en Revista 2010 nº 41

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